lunes, 7 de febrero de 2011

HUWAH

El sábado me quedé a dormir en casa de Saku, con Mai, María y Eva.
(Hablando de ellas, para que todas tengamos una tocaya en el grupo falta una Ángela. Desde aquí hago un llamamiento a todas las Ángelas de Badajoz.)
La cuestión es que hicimos tantas chorradas que yo acabé cosplayeada a lo MUY cutre de América versión guerra de independencia y abrazando el Inglaterra de peluche de Saku.
                       Hacer un cosplay tan rematadamente malo está prohibido en más de 20 estados
Y anda que no me pegué golpes... Madre de Dios.
Hubo un momento en el que yo estaba sentada  en el colchón hinchable (Alias Quetehinches) y Eva me suelta:
''¡Va, que salto! ¡Échate a un lado!'' Le hice caso y mi cabeza chocó con el suelo precisamente por el lado que estaba medio desinflado.
No os podéis imaginar la leche que me metí. Y aún más, porque a diferencia de mi cabeza (que estaba justo debajo de una silla), mi cuerpo seguía en el colchón. Y Eva saltó antes de que yo pudiera sacarla.
Resultado: Se me ha arreglado un poco la paleta que tenía montada.
Prefiero no dar detalles. Fue muy doloroso.

Bueno, en el colchón dormimos María, Mai y yo; y Eva y Saku en la cama de Saku.

Disfruté profundamente viendo el rostro de horror y puro miedo de Mai al enseñarle a la Mona Uboa en medio de la oscuridad.

Antes de despedirme, el resto de la noche podría resumirse en una conversación que tuvo lugar a las cuatro de la mañana.

María: Mai. Échate para la derecha, que no tengo sitio.
Mai: No puedo, Ángela está dormida.
Yo: Estoy despierta, perras, y me estáis quitando la manta.

¡No os droguéis! Reen.

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