Magnifique

Otra vez se ha venido Saku a comer a casa.
Sí, normalmente no viene, pero el lunes también vino.
En una media hora tengo que irme a inglés y no me apetece, sobre todo porque los martes es el día que nos da clase Conchi, cuya voz es monótona hasta decir basta, y tenemos al estúpido de Pepe, un niñato cuyo único sueño es ''Ser un futbolista famoso o una estrella de Disney e irme con muchas rubias con tetas''.
No sé qué pensar, bueno, en realidad sí, pero prefiero no decirlo.
También, Consuelo, mi profe de Física/Biología, ha faltado porque la acaban de operar, y hemos tenido a una tía un poco plasta, pero la entiendo porque en mi clase sólo hay gente... estúpida.
(¿Por qué soy tan Kim Pine? xDDDDDDDD)
 Y tengo una nueva adicción, los caramelos de café. No preguntéis, es culpa de Eva, que es demasiado buena y me ofrece comida. En estos momentos mi estómago está haciendo ''bruuuuups''. Creo que echo de menos los caramelos.
Por cierto! Ayer descubrí que la música es capaz de curar mi depresión. Sólo os digo que bailar ''I don't feel like dancing'' o ''Gay bar'' es beneficioso para la salud.

Bueno, debería ver el lado positivo de ir a Inglés hoy.
Quizás sea... ¡Estrenar mis zapatos nuevos!
Querido lector. Creo que usted se habrá dado cuenta de que soy una mujer. No me gustan ni la moda ni las hadas mágicas ni los vampiros que brillan, pero soy una mujer al fin y al cabo.
Y me encantan los zapatos.

Por supuesto, no todos. Odio esas ... cuñas, y romanas. Sin embargo adoro con toda mi alma las Converse, o su imitación barata, las zapatillas grandes y cómodas... En fin, todo eso.
Pues el lunes mi tío me llamó así por las buenas, diciendo que quería comprarme unas Converse.
Y Saku y yo echamos a correr hacia la tienda, y me compré unas negras con cordones rojos, bastante sencillas, y son geniales.

No voy a subir fotos de ellas porque me parece una aberración y una falta de respeto hacia las pobres zapatillas.
Ellas también tienen derecho a la intimidad.
Y ahora me voy, que tengo que cambiarme de ropa e irme.
¡No os droguéis!